jueves, 3 de marzo de 2016

LA PRUEBA DE LA OBEDIENCIA

1 Samuel 15:1-23

“¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros.” (v.21)

¿Pasamos la prueba de la obediencia? No es una pregunta sino que es la PREGUNTA por lo que nos es necesario darle la RESPUESTA.
Saúl no entendió que esta prueba era lo esencial para su vida, que esto era lo que definiría su ministerio y el futuro del mismo. En el fondo nosotros también pensamos que nuestras vidas y ministerios son definidos por factores distintos al de la obediencia. 
Lo de Saúl resultó siendo una constante pues valoró las cosas a partir de sus éxitos, pensó que su ministerio estaba por encima de todo y eso lo volvió una persona pragmática. El capítulo trece nos muestra la primera vez en que desobedeció a Dios, ya allí le fue anunciado que su permanencia como rey de Israel había sido puesto en riesgo. Ahora nuevamente había caído en lo mismo y de manera definitiva se le anuncia que el reino no sería más de su descendencia. 
Podríamos mencionar muchas razones para desobedecer, pero hay una clave que Samuel nos permite ver: pensamos que la obediencia es un asunto de segunda categoría, no llegamos a entender que ella está sobre todo y que incluso excluye a todo aquello que pretendamos tomar como valor para caerle bien a Dios, aun aquel que nos resulta más piadoso.
Cada día somos probados a obedecer, diariamente somos llamados a prestar atención (interesante llamado que difiere del hacer cosas), ¿qué haces cuando esto ocurre? ¿qué harás a partir de ahora?

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