viernes, 31 de marzo de 2017

HAMBRIENTOS

Mateo 4:1-11
“Jesús le respondió: – Escrito está: ‘No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (v.4)

Tengo impregnado una escena sucedida días atrás en relación a la crítica situación que nos ha traído las lluvias intensas en el norte de nuestro país. Gente descontrolada abalanzándose sobre un helicóptero de la Fuerza Aérea que les llevaba ayuda, con el propósito de conseguir alimentos para poder llevar a sus familiares. La situación fue tan crítica que aun los soldados que iban llevando la ayuda se sensibilizaron y entregaron sus raciones de alimentos para poder paliar esta grande necesidad que era patente entre los damnificados.
Dos hechos interesantes a partir de estas imágenes: el hambre nos plantea una gran necesidad que nos lleva a situaciones extremas para conseguir alimentos, y la sensibilidad humana para desprenderse y dar a quienes realmente se encuentran en la condición de hambrientos. 
Quiero servirme de ambos hechos para plantear las siguientes preguntas: ¿Podemos darnos cuenta de la gran necesidad de pan espiritual que existe a lo largo y ancho de nuestra nación? ¿Somos sensibles para con aquellos que de manera equivocada están buscando saciarse en prácticas que le seguirán dejando un vació muy grande en sus corazones? ¿Estamos dejando nuestras raciones (comodidades) para poder ofrecerles el pan de vida que nos ha sido dado por medio de Jesucristo?
Es evidente que hay un hambre mayor en nuestro mundo y no es precisamente el de alimento material, porque hay quienes lo tienen en abundancia y siguen hambrientos. No, hay un mayor, que no siendo reconocido nos hace mucho daño porque en ese afán de saciarlo terminamos perjudicándonos los unos a los otros. En este contexto, cuán importante es volver a recordar y tomar en cuenta las palabras del Señor quien dijo: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”

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