Miqueas 6:1-8
“¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte delante de Dios! (v.8)
Si nos preguntaran cómo puedes demostrar tu amor a Dios al dar nuestras respuestas seguramente caeríamos en los mismos errores en los que Israel cayó. Leamos lo que nos dice el profeta acerca de la respuesta de ellos: “¿Con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?” (vv.6, 7).
En apariencia es una buena respuesta. Es como si alguien hoy dijera: “yendo a los servicios de la iglesia, llevando mis diezmos y ofrendas, desarrollando algún ministerio en la iglesia”. ¡Y cómo no podría ser esta una buena respuesta! Sin embargo, para nuestro asombro, no es una buena respuesta.
El profeta no nos deja a ciegas y entonces nos revela lo que Dios exige de nosotros como una muestra de que lo amamos. Tres quehaceres o prácticas concretas: (1) hacer justicia, esto es que tú actuar sea correcto ante los ojos de Dios y de los hombres. Para hacer esto tienes que asegurarte que tu obrar corresponda a las normas de Dios; (2) Amar misericordia, esto tiene que ver con el hecho de que la misericordia debe ser la motivación de tus actos, debes ser movido por la bondad y no por el afán de destruir a otros; y (3) La humildad en tu relación con Dios, la cual te lleva a someterte a su voluntad y a una obediencia al doscientos por ciento. No podemos dejar de anotar para ser fieles al texto que Dios exige “practicar” lo cual demanda que esto sea un estilo de vida en nosotros.
Ahora que ya sabemos cómo amar a Dios ¿cuáles serán los pasos que daremos para expresar nuestro amor al Señor?
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