Cantares 8:5-7
“Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían” (vv.6-7).
¿Es tu amor a tu cónyuge como un sello puesto en su corazón? Si eres aún un joven soltero, ¿aspiras a que tu amor a futuro cónyuge sea de esta naturaleza?
En la antigüedad los sellos eran usados por los reyes. Obviamente el material del cual se hacía era distinto a los sellos modernos, sin embargo el principio era el mismo, el sello daba autoridad a una carta o mensaje y en ese sentido garantizaba que era de su propiedad. Pero además su sello en un decreto era una forma efectiva de evitar que otra persona lo alterara. En ese sentido el sello evitaba que alguien pudiera corromper o alterar su contenido.
Ser un sello en el corazón del amado implica precisamente en primer lugar decirle “mi amor solamente pertenece a ti” pero también, “no habrá nada que corromperá ese amor que tengo por ti”. El sentido de propiedad y autoridad, pero también el de pureza que hará de la relación algo que llenará totalmente las expectativas de Dios cuando dijo: “y ya no serán más dos sino una sola carne”.
¿Es tu amor así? ¿Estás trabajando para conseguirlo? Algunos consejos que hoy leí podrán ayudarte a lograrlo. Tienes que evitar los “rompedores de sellos”. Éstos son tres: (1) el amor condicional, que dice “te amaré si…” (2) Es el derecho, “tengo derecho a esperar o recibir X, Y o Z…” (3) Es el amor basado en los sentimientos. “No siento amarte ahora.” Has que tu amor sea un sello en el corazón de tu amado (a)
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