lunes, 18 de abril de 2016

PUERTAS ABIERTAS

Mateo 7:7-8

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”

Usualmente hemos interpretado este texto como que Dios está al otro lado de la puerta mirando por la rendija o escuchando nuestra voz para luego hacerse el desentendido. La oración vista de esa manera resulta ser tediosa e insoportable, como cuando vas al Hospital del Seguro y tienes que soportar horas tediosas hasta que por fin eres atendido. ¿Quién quiere esto?
Pero todo esto es ajeno a lo que nuestro texto nos enseña. Nos habla de un Dios que nos va a dar la bienvenida, que abrirá, que no se esconderá y que sobre todo dará lo que le pidamos. Él nos invitará a sentarnos y nos escuchará con mucha atención, y claro exigirá también la nuestra a fin de que nos podamos poner en armonía con su voluntad. Creo que nuestro problema pasa precisamente por aquí. La oración no es un mero trámite como cuando vamos de prisa a pagar una deuda o un tributo, queremos llegar y salir de prisa e incluso hasta el cajero se nos hace antipático. Debemos creer que Dios nos abre la puerta para conversar con él.
Entonces las cosas resultan diferentes, las vemos diferentes, los resultados serán diferentes. Recordemos al orar…Él abre las puertas… tenemos puertas abiertas.
(Escribiendo desde Iquitos… sus oraciones)

viernes, 15 de abril de 2016

SE HUMILDE

1 Pe.5:1-11

"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” (v.6).

La humildad es un mandato. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento lo enseñan así. Lo hacen a través de todos los géneros literarios en los que se encuentra escrita. Por si fuera poco nos ofrece varios ejemplos de hombres en los que estas palabras hallaron eco a causa de su obediencia, también los hay de aquellos que tuvieron una actitud totalmente distinta, es decir, fueron soberbios.
¿Cómo definir la humildad? Pedro dice que es ponerse voluntariamente bajo la autoridad de Dios. Es una decisión, no una obligación ni tampoco un acto de resignación. Esta decisión es motivada por la confianza en un Dios sabio y amoroso. “No hay mejor lugar que las poderosas manos de Dios” es la profunda convicción en el corazón del humilde. Ahora bien, esto se expresa en acciones en las que nos resolvemos esperar que sea Dios quien nos exalte en lugar de buscar nuestra propia exaltación. No hacerlo así es dejar los límites de la humildad para ir al terreno de la soberbia.
¿Qué es lo que más nos cuesta a los hombres? No tomar las cosas en nuestras manos, queremos tener el total control de las cosas. Eso es jugar a ser dioses, es ponerse de lado de Adán y Eva. ¿Entiendes por qué la humildad va en sentido contrario? 
La humildad es un mandato. Cada uno decide qué hacer con ello, sin embargo, si estás dispuesto a obedecerlo: Dios te exaltará cuando fuere tiempo. ¿Cuál será tu respuesta?

jueves, 14 de abril de 2016

REMEDIO CONTRA EL TEMOR

2 Timoteo 1:3-11

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (v.7).

Definitivamente el temor no viene de Dios. Si así lo fuera, Él no nos hubiera dado el remedio para arrojarlo muy lejos de nuestra vida.
Sentimos temor por varios motivos. Algunos podrían considerarse razonables e incluso pueden provenir de situaciones impuestas por Dios, como cuando el Señor nos invita a abrir una obra en un campo en donde hay bastante delincuencia; otras, escapan de este tipo de justificación, como cuando sentimos vergüenza de identificarnos como cristianos entre nuestros amigos universitario o colegas de trabajo. Esto último es lo que le parece le estaba ocurriendo a Timoteo (v.8).
El temor se sostiene en la falta de fe. Se levanta a partir de nuestras dudas acerca de lo que Dios está haciendo o de que Él pueda hacer algo a través de nosotros. Entonces nos paralizamos y como no podemos explicarlo, agachamos la cabeza llenos de vergüenza. ¿Te has sentido así algunas veces? 
Dios sale en nuestra ayuda para levantarnos de esta postración. Él nos ha dado un espíritu de poder, éste no es sólo una sensación producida por algo como “sí se puede” sino es algo absolutamente real que viene de lo alto; nos ha llenado de un profundo amor por los demás; y por último, hemos sido dotados de auto control para superar toda vicisitud. Como alguien afirma: “Son el ‘yo puedo” de Dios para responder a tus “no puedo”.
Dejemos de lado todo espíritu derrotista. Él nos ha dado el remedio para que nada nos detenga. Vayamos en pos de las metas y objetivos que tiene para nosotros. Nada nos podrá detener.

miércoles, 13 de abril de 2016

VIVIENDO EN VICTORIA

“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó." Romanos 8:37 (RV)

Cuando pienso en un “vencedor” lo primero que viene a mi mente es un guerrero con armadura de hierro sobre su enemigo derrotado, heroicamente alzando su espada sobre su cabeza en señal de victoria. También pienso en un jugador de fútbol dando una vuelta de victoria alrededor del estadio y sus oponentes tristemente derrotados.
No sé acerca de ti, pero yo no puedo identificarme con ninguno de estos ejemplos. Podría ser el mensajero en la batalla pero ciertamente no el héroe vencedor ¡este ejemplo no se aplica a mí!
Tengo la tendencia de verme más como el sobreviviente cristiano y no el vencedor. Oh, yo sé que Dios me ha salvado y que voy al cielo. Sé que Él es más grande que mis problemas y que ganará al final. Pero aun así me encuentro actuando como si estuviera “aguantando fuertemente”. Veo cada día, cada circunstancia y cada problema como otra batalla en la que tengo que sobrevivir... una batalla en la que escasamente podré salir adelante si es que tengo la suficiente fe.
Pero peor aún, a veces veo a Jesús en la cruz a través de este mismo enfoque de “sobrevivencia”. Yo actúo como si Él apenas hubiera escapado de las garras de la muerte, como si la muerte fuese algo que Él “aguantó”...algo que “atravesó”...algo que Él sobrevivió. ¡Esta forma de pensar está muy lejos de la realidad! Jesús no sobrevivió a la muerte... ¡Él CONQUISTÓ la muerte! Esta no fue una victoria ocasional que tuvo sobre el pecado... ¡esta fue la más grande hazaña de todos los tiempos! Mejor aún, esta victoria significa que cada una de las batallas que enfrento día a día ya han sido ganadas. Ninguno de nosotros tiene que “sobrevivir” durante la semana o “aguantar” hasta el fin de mes. Estas frases ni siquiera deberían estar en nuestro vocabulario porque por medio de Cristo, ya hemos VENCIDO cada situación que se interponga en nuestro camino... hoy, mañana y por siempre.
Por supuesto que por el hecho que ser victoriosos en la vida, esto nos eximirá de sentir dolor. Jesús fue el máximo victorioso pero también sufrió al máximo. Su triunfo no le eximió de sentir dolor. Pero aunque el dolor es muy real, sin importar lo que estés enfrentando hoy, puedes SABER que vencerás por medio de Cristo.
Hoy, estira tu imaginación. Al entrar a cada circunstancia, recuérdate a ti mismo, Yo ya he vencido esto por medio de lo que Dios ya hizo por mí. ¡Esta batalla ya ha sido ganada! Recuérdate esto cuando empieces a pensar como un sobreviviente, ya que esto último puede ser más fácil de hacer. Sobre todo, cuando estas en una situación donde empiezas a dudar si realmente eres un vencedor; toma un momento y empieza a agradecerle a Dios por la victoria. ¡No hay nada que pueda llevarse Su Victoria! Oración: Gracias Dios por la victoria. Amén.
(Usado de devocional diario)

martes, 12 de abril de 2016

TU IDENTIDAD

2 Corintios 5:14-21

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; ¡he aquí todas son hechas nuevas!” (v. 17)

Definir quiénes somos es importante para todo el que ha creído en Cristo. Esto porque venimos de un pasado doloroso. Nuestra vida pasada se parece mucho a aquella que lleva un niño que ha sido maltratado por un padre abusador que lejos de darle una identidad y reafirmarla lo que hizo fue totalmente todo lo contrario. La barbarie con la cual fue tratado eliminó en él todo vestigio de sentirse incluso un ser humano. Así nos ha tratado el Diablo, nuestro anterior padre, puso en nosotros solamente pensamientos de esclavitud e inutilidad.
Pero eso no va más. En Cristo tenemos un nuevo Padre, el cual es Celestial. Él nos ha engendrado y realmente somos una nueva creación. Esto nos debe hacer pensar entonces en que tenemos también una nueva identidad. Ya no soy el esclavo, vendido al pecado; no soy el huérfano que levanta su voz al cielo para solamente escuchar con resignación el eco de su voz….SOY UN HIJO DE DIOS. ¡Esta es mi nueva identidad!
¿Qué implicancias trae para mi vida? Innumerables, pero la más valiosa, puedo tener intimidad diaria con mi Padre, y no se trata únicamente para ir y pedirle sino simplemente para estar con él como cuando un hijo decide pasar tiempo con su padre. Lo otro, es poder caminar en la vida con la frente en alto, porque el ser hijos de Dios nos da ese derecho. Ya no más la vergüenza que es el resultado de una vida de pecado, tampoco afligidos por las consecuencias que éste propone a nuestras vidas… EN CRISTO SOMOS MÁS QUE VICTORIOSOS.
No… no se trata de triunfalismo ingenuo, ni de tampoco emocionalismos, es la verdad pura que se adquiere cuando somos conscientes de que en Cristo tenemos una nueva identidad. Mi oración para hoy… REAFIRMA TU IDENTIDAD.

lunes, 11 de abril de 2016

LA GRACIA DE DIOS

Romanos 8:31-35

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (v.32).

Pablo hace una serie de preguntas en esta sección. Cada una de ellas con un contenido de tamaña importancia cuyas respuestas traen para nosotros un gran sentido de seguridad. Una de estas preguntas es la que motiva nuestro pensamiento de hoy.
Tras hacer una pequeña y gran introducción para llamar nuestra atención a la profundidad de la pregunta: “Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros…”. ¿Puedes siquiera comprender la magnitud de estas palabras? Lo más precioso, lo de mayor precio, que va… lo que no se puede darle ninguna medida, o si podemos pensar en lo ABSOLUTAMENTE TODO. Precisamente eso nos fue ya dado.
Entonces viene la pregunta: ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? Como que pareciera que está demás, si ya en Cristo lo tenemos todo, ¿qué más podemos necesitar? Sin embargo que necesario es que se nos recuerde y no solamente esto sino que se nos aclare que en él se nos ha dado también todas las cosas. 
¿Qué ha significado todo esto para ti? Creo que el estilo de vida que llevamos denuncia lo que esto ha significado para nosotros. Una vida de queja y de continua derrota es una señal que este texto ha sido indiferente en nuestra vida. Es como (y disculpa la comparación) tener veinte millones en el banco y llevar una vida ignorándolo que lo tienes. El resultado de esto, una ausencia de madurez espiritual. Por el contrario, una vida de victoria continúa en medio de las diversas pruebas, pero que crece y consigue grande logros para Dios, sin duda, revela que este no es un texto más puesto en las Escrituras sino que realmente en él has recibido también todas las cosas. Vivamos pues en la gracia de Dios.

viernes, 8 de abril de 2016

SUPERCRISTIANOS

Efesios 3:14 -21

“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (v.20).

La sección que consideramos hoy de la carta paulina nos deja gratamente sorprendidos por la profundidad de los pedidos de oración que el apóstol hace en favor de los efesios: que conforme a la riqueza de su gloria sean fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu (v.16); que Cristo habite por la fe en sus corazones para que sean arraigados en amor (v.17); que conozca el amor de Cristo en todas sus dimensiones a fin de que sean llenos de toda plenitud de Dios (v.19). ¡No nos sentimos abrumados por los pedidos de oración que hacemos!
Si ya por el lado humano (el de Pablo) los motivos de su oración nos resultan loables, la respuesta de Dios nos deja totalmente impactados pues se afirma que él responde “súper abundantemente más de lo que uno le pide”. ¿Te puedes imaginar lo que significa esto? Con la respuesta en mente ¿es posible ser supercristianos? Sí, no podemos esperar una respuesta distinta. Entonces ¿por qué no lo somos? Dos respuestas podrían surgir para dar una explicación de esto: (1) No estamos pidiendo en la misma dirección de Pablo. Nos interesan cosas intrascendentes y éstas son las que forman parte en nuestras largas listas de oración. y(2) No tenemos la fe que nos motive a esperar ser supercristianos. Nos sentimos cómodos con nuestra incomodidad, lamentable paradoja que muchos de nosotros hemos asumido vivir. 
Que Pablo nos desafíe a vivir un estilo de vida diferente, el de los Supercristianos, o para ponerlo de la manera que no nos asuste, que nos rete a vivir como cristianos normales, porque ojo, así se espera que sea nuestra vida… la del supercristiano.

jueves, 7 de abril de 2016

¿PROBLEMAS?

Romanos 8:28-39

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (v.28-29).

Es innegable que los problemas existen. Vivimos en un mundo caído de tal manera que en un contexto como éste, nos resulta obvio que nos los creamos a cada instante. Pero, aunque la pregunta puede resultar absurda, ¿tenemos problemas?
Pablo nos ofrece a quienes andamos en el Espíritu una perspectiva distinta acerca de los problemas. Él nos dice que el problema está en cómo interpretamos los problemas. ¿En qué consiste esta nueva forma de ver los problemas? El afirma dos cosas: (1) nos ayudan a bien, y (2) forma nuestro carácter a la imagen de Jesucristo. Cuando los enfrentamos asumiendo estos dos criterios, entonces ya no son un problema.
Cuando tenemos problemas nos sentimos incómodos porque pensamos que son un obstáculo para nuestra felicidad. Por alguna razón asociamos nuestra vida con la felicidad y está con la vida libre de dificultades. Creemos además que Dios tendría que resolverlos todos y es más que debería evitárnoslos, así que cuando ocurren ponemos nuestro grito de protesta en el cielo. Sin embargo, lo que Dios piensa es: “Sacaré lo mejor de ti en esta situación, te haré semejante a mi Hijo”. ¡Es esto lo que se nos escapa!, pero cuando lo vemos podemos decir a la manera de Pablo: “¿Cuál problema? ¡Esto me hace más parecido a mi Señor!”. Que la próxima vez que pasemos por algún problema… no te hagas un problema.

martes, 5 de abril de 2016

¡LIBRES DE CONDENACIÓN!

Romanos 8:1-11


“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (v.1)



El capítulo siete de Romanos es totalmente lapidario para toda intención que el buen hombre tiene para tener una conducta ética. Al terminar dicho capítulo todavía suena como un eco las palabras perturbadoras de Pablo “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” que le recuerdan al hombre honesto que todo buen propósito termina solo llevándonos a reconocer nuestra absoluta incapacidad.
Pero, existe Aquél que nos puede liberar. Como se implica de las palabras de Pablo, nosotros somos totalmente incapaces y la ayuda nos tiene que venir de afuera, de alguien que si sea capaz de tomar nuestras miserias para hacer de nosotros algo nuevo. Precisamente ese es Cristo. ¡Él nos libra de toda condenación!
¿Cómo podemos entender esto? Para quienes somos cristianos debería resultarnos familiar todo esto. El capítulo siete habla del poder del pecado y ese poder se traduce en que nos condena: (1) a vivir una vida separada de Dios, y (2) a ser esclavos bajo su yugo. Ahora bien, tal cosa ya no ocurre más. El pecado está allí pero ya no nos amedrenta, ha perdido su señorío sobre nosotros; y ¿qué decir de nuestra comunión con Dios? Sólo basta recordar las palabras del apóstol en 8:35 “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”. Para ser breve en la respuesta: ¡Absolutamente nada!
Vivamos con esa certeza. Este es tu privilegio. Piensa y actúa como alguien que está libre de toda condenación.

lunes, 4 de abril de 2016

SE SALVO

Romanos 10:1-15

“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (v.13).

El caminar del hombre en la tierra es infructuoso si a su salida de ella no trae consigo una esperanza firme en cuanto a su futuro. Somos personas que trascenderemos a todo lo que tenemos en nuestro presente, a esta temporalidad. La muerte nos abrirá paso precisamente a ese nuevo mundo que muchos pretenden ignorar sea porque confiesan un ateísmo recalcitrante o porque sencillamente consideran que pueden llegar a disfrutarlo siguiendo sus propios criterios.
Pablo dirige a los judíos estas palabras, gente muy celosa respecto a los asuntos de Dios pero que lamentablemente han mal orientado dicho celo al punto de dejar el plan de Dios para su salvación buscando salvarse siguiendo sus propios criterios, “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (vv.2-3). Trágica situación porque su empecinada actitud los llevó a dejar de lado a Jesús por cuanto al buscar establecer su medio para ser hallados justos delante de Dios, dejaron de lado al Señor por quien únicamente el hombre alcanza salvación.
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”, es una advertencia para todos los que en el presente tienen una conducta como los judíos a los cuales Pablo habla. No que sean malas personas, no que según el criterio del mundo sean personas perversas, pero sí que trágicamente han elegido el mismo camino labrándose su propio camino para salvarse. A quienes han puesto su esperanza futura es necesario que conozcan la fragilidad sobre la cual están haciendo depender su trascendencia. Sólo reconocer a Cristo como nuestro Señor nos da verdadera certeza, él es medio por el cual todo hombre es hallado justo delante de Dios. Oremos para que los nuestros puedan tomar esta decisión.

viernes, 1 de abril de 2016

LA FE

Hebreos 11:1- 6

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (v.6)

La fe es uno de los imposibles. Muchos parecen no haberse dado cuenta de ello: la ausencia de fe hace imposible que le agrademos a Dios.
La fe tiene dos ingredientes (si se nos permite usar este término). El primero es aquel que nos lleva a reconocer la existencia de Dios: Él es REAL – EXISTE. Este elemento nos lleva a afirmar que es el Dueño y Soberano de todo cuanto vemos y tocamos, e incluso de nosotros mismos.
El segundo elemento de la fe es el reconocimiento de que él RECOMPENSA. Es decir, que es un Dios amoroso, que cuida de su creación. A la vez que nos refleja su carácter, expresa también su manera de proceder para con aquellos que le buscan.
Ambos elementos constituyen la fe. No podemos afirmar que la tenemos si únicamente creemos que él existe, así como tampoco si lo reconocemos sólo como un Dios dador. Lo primero nos aleja del Dios personal, hace que Dios esté fuera de nuestro alcance; lo segundo, nos hace olvidar que es Creador y que por lo tanto obra con absoluta soberanía para con su creación, que no es el Gran Genio que está para satisfacer todos nuestros caprichos.
¿Tienes fe? ¿Hay en ella estos dos elementos? Los necesitamos, porque “sin fe es imposible agradar a Dios”.