lunes, 11 de abril de 2016

LA GRACIA DE DIOS

Romanos 8:31-35

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (v.32).

Pablo hace una serie de preguntas en esta sección. Cada una de ellas con un contenido de tamaña importancia cuyas respuestas traen para nosotros un gran sentido de seguridad. Una de estas preguntas es la que motiva nuestro pensamiento de hoy.
Tras hacer una pequeña y gran introducción para llamar nuestra atención a la profundidad de la pregunta: “Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros…”. ¿Puedes siquiera comprender la magnitud de estas palabras? Lo más precioso, lo de mayor precio, que va… lo que no se puede darle ninguna medida, o si podemos pensar en lo ABSOLUTAMENTE TODO. Precisamente eso nos fue ya dado.
Entonces viene la pregunta: ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? Como que pareciera que está demás, si ya en Cristo lo tenemos todo, ¿qué más podemos necesitar? Sin embargo que necesario es que se nos recuerde y no solamente esto sino que se nos aclare que en él se nos ha dado también todas las cosas. 
¿Qué ha significado todo esto para ti? Creo que el estilo de vida que llevamos denuncia lo que esto ha significado para nosotros. Una vida de queja y de continua derrota es una señal que este texto ha sido indiferente en nuestra vida. Es como (y disculpa la comparación) tener veinte millones en el banco y llevar una vida ignorándolo que lo tienes. El resultado de esto, una ausencia de madurez espiritual. Por el contrario, una vida de victoria continúa en medio de las diversas pruebas, pero que crece y consigue grande logros para Dios, sin duda, revela que este no es un texto más puesto en las Escrituras sino que realmente en él has recibido también todas las cosas. Vivamos pues en la gracia de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario