Romanos 7:7-25
“¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor” (vv.24-25a)
Quien podría negar el hecho de que es el apóstol Pablo quien nos brinda una profunda y clara imagen del hombre recto en su lucha contra su naturaleza pecaminosa. Tras haber demostrado que su mente conoce lo que es bueno y que en su ser está el deseo de ejecutarlo, Pablo reconoce que tiene una naturaleza que lo domina al punto que vive una paradoja diaria en su vida: sabe lo que es bueno, pero hace lo que está mal. Esto lo lleva a arribar a la conclusión mencionada en nuestro texto de hoy.
¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? no es una pregunta cualquiera, es la PREGUNTA si se considera el hecho de que para ésta hay una sola respuesta: Jesucristo, nuestro Señor. Esto es una buena noticia para quienes lo han intentado todo, porque lamentablemente así somos los hombres, creemos que la solución estará lejos de Dios solamente para seguirnos lastimándonos a nosotros y a los demás, para luego por agotamiento poner nuestra mirada en Dios y reconocer la solución que él nos ha dado, Cristo.
Pero el alcance de la obra de Cristo no es solo librarte de tu pecado sino de las dificultades que este genera en nuestras vidas. La confusión, el desánimo, la ansiedad y tantas otras cosas parecidas que vienen con el pecado, también dejan de ejercer su dominio debido a la libertad que Dios nos da a través de su Hijo. Así que con toda esta buena noticia solamente hay una solución para que seas libre del poder del pecado y ese es CRISTO
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