jueves, 19 de mayo de 2016

COMPASIÓN

Mateo 9:35-38
“Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (v.36 RVA)

¿Cómo es sentir compasión? Muy pocos son capaces de dar una respuesta a esta pregunta. Es que no es fácil describir que se siente cuando se tiene compasión. Es mucho más fácil hablar de su existencia a partir de hechos concretos que resultan del experimentarlo que expresar lo que se siente cuando se tiene compasión. De hecho si afirmamos que la compasión es una emoción, entonces deberíamos de sentirlo.
Mateo nos aclara que se siente cuando habla de la compasión de Jesús. Él usa una palabra que tiene el sentido de “dolor en las entrañas” a la manera de un cólico intestinal. Esta referencia parece implicarnos que la compasión no nos conduce a una dulce experiencia como la que produce el amor, todo lo contrario, la compasión produce dolor, uno tan profundo que es imposible pasarlo por inadvertido. ¿Por qué será esto así? La respuesta está precisamente en el hecho de que no pasa por inadvertido de tal modo que es imposible ser indiferentes ante la realidad que este nos anuncia. Jesús miraba a las multitudes desamparadas y dispersas como ovejas sin pastor y entonces ese dolor interno y profunda aparecía en su ser de tal manera que esta situación no le era indiferente. Fue el anuncio de este dolor lo que lo llevó a dar el siguiente paso: el nombramiento de doce hombres que al igual que él se constituyan en pastor para aquellas ovejas.
¿Tenemos compasión? Creo que ya estamos listos para responder. El dolor que impide la indiferencia es la respuesta de si tenemos o no compasión. Demos pues la bienvenida a ese dolor y hagamos que sea la motivación para levantarnos como pastores de las ovejas.

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