Hechos 5:17-29
“¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en este nombre? ¡Y he aquí habéis llenando Jerusalén con vuestra doctrina y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre!” (v.28 RVA).
Llenar todo Jerusalén con la doctrina de Cristo se convirtió en toda una realidad para la iglesia liderada por los apóstoles. Ni los impedimentos levantados por los líderes religiosos pudieron detener el avance del evangelio en toda la ciudad. Los fieles discípulos se movilizaron por cada rincón de la ciudad para no dejar ningún lugar en donde el nombre de Jesús no fuera conocido. ¡Qué gran trabajo!
Somos confrontados por el trabajo de ellos. En el fondo deseamos que las ciudades donde están nuestras iglesias puedan ser llenadas del evangelio. Las iglesias, algunas más que otras, tienen planes para alcanzar a sus ciudades, pero reconozcámoslo, los planes no se alcanzan con discípulos que están pensando en que es la tarea de otros y no de ellos, o que a veces comentan con cierta envidia: “Ah… en esa iglesia si pueden porque existe un ADN en sus miembros que no hay en nosotros”. ¿Lo has escuchado? Lamentablemente son demasiados los que piensan así y mientras tanto nuestras ciudades son inundadas por las enseñanzas del reino de las tinieblas.
¿Cómo lograr alcanzar nuestra ciudad? La lectura del devocional de hoy señala tres factores que llevaron a estos hombres a llenar Jerusalén con el evangelio: (1) su obediencia a Cristo; (2) su amor por los perdidos; y (3) el fuego del Espíritu Santo. ¿Son cosas nuevas? Definitivamente que no… ¿Podemos nosotros asumirlos en nuestro estilo de vida? ¡Claro que podemos! Solamente necesitamos eliminar ese “pero” que nos ha limitado e impedido que nuestras ciudades sean del Señor.
Oremos para que se inicie un nuevo despertamiento en la iglesia que lo lleve a llenar su ciudad con el evangelio de Jesucristo.
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