Juan 4:27-42
“Jesús les dijo: Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad los campos, que ya están blancas para la siega” (vv.34-35 RVA)
¿Habría que echarles la culpa a los discípulos por tener una percepción distinta del momento que estaban viviendo? Como nos describe nuestro pasaje ellos se encontraban preocupados en otros asuntos, el de buscar comida para el Maestro en un ambiente en que lo que menos querían era buscarse algún problema sí recordamos que estaba en territorio samaritano. ¿Cómo podrían ver las cosas de la manera que el Señor las estaba viendo? Debemos de entender a partir de ello que las palabras del Señor no constituyen un reproche para estos doce hombres, pero sí un llamado a ver el momento a la manera de Jesús. Es bueno entender que lo que el Señor hacía en mucho de los casos era extraño para ellos y este no pasaba de serlo pues lo hallaron conversando con una mujer samaritana y ahora él les decía que ya había comido. ¿Qué era este nuevo punto de vista dado por el Señor? No hay que esperar más, los hombres ya están listos para escuchar el mensaje del evangelio, una gran cosecha de almas están listas y los segadores deben estar ya trabajando. Las palabras del Señor, sin embargo, suenan ahora para nosotros como un reproche. Sí, porque no es posible que tras oírlas hoy una y otra vez nuestros ojos sigan sin descubrir que hoy es el tiempo de una gran cosecha. Espiritualizamos las cosas, programamos y planificamos postergando nuestro trabajo cuando el tiempo que hoy nos corresponde es el de la siega. Necesitamos cambiar nuestra percepción. ¿Estamos listos para hacerlo?
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