“Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho” (v.48)
El diccionario define espectáculo como “Representación o función que se presenta ante un público con el fin de entretener”. ¿Es en esto que estamos convirtiendo el evangelio? ¿En una representación que busca entretener al público?
Sin pretender ser una voz que se levanta para criticar lo que está ocurriendo en nuestras iglesias, necesitamos confrontar lo que estamos haciendo al interior de nuestros templos, y lo digo en plural porque como pastor también experimento la tentación de convertir el evangelio en un espectáculo. La tentación que vivimos las iglesias es cómo presentamos un evangelio que enganche a la gente posmoderna que es bombardeada de formas creativas que hace que sean capturados y no quieran saber de un mensaje que tiene sus orígenes hace veintiún siglos atrás. Al parecer las formas le han dado ya la caducidad al evangelio de modo que también nosotros caemos en lo mismo y entramos en el juego de buscar creatividad para atraer a la gente cada semana a nuestros recintos a la manera de clientes como que si nuestro ministerio consistiera en tener llenos nuestros templos.
Podemos pecar de subjetivos cuando hacemos defensa de los cultos que ofrecemos diciendo que son o no son un espectáculo, pero sí todo lo que hacemos solamente honra al hombre y al ministerio de una iglesia se ha fracasado rotundamente, o sí la motivación solamente está en la clientela y nos preocupamos porque ya nuestras formas no los atraen, entonces hemos cedido al espectáculo, estamos en pecado y debemos de arrepentirnos inmediatamente.
En este escenario es importante recordar que quienes fueron a mirar a Cristo en la cruz con el propósito de entretenimiento fueron conmovidos por lo que allí observaron como bien lo señala el evangelista Lucas. Tras ver todo lo ocurrido y después de la muerte de Jesús, volvieron a sus casas golpeándose el pecho en señal de un profundo dolor y culpa, sus conciencias endurecidas terminaron siendo traspasadas por todo lo que vieron allí. Si no conseguimos que esto ocurra en nuestros cultos… hemos caído en el entretenimiento.
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