2 Timoteo 2:1-10
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (vv.3-4)
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (vv.3-4)
La figura de un soldado aporta a nosotros muchas ideas interesantes que aclaran lo que el Señor pide de cada uno de los que son de él.
1. Exclusividad. No se es soldado a la vez de dos naciones. Solamente tomaremos a una. Así no podemos ser soldados a la vez de Jesús y del Diablo… ¡Es imposible!
2. Lealtad. De lo anterior se deduce que se ha de rendir un servicio leal a Aquel que se eligió como Señor. No podemos servir a Dios y al Diablo.
3. Sacrificio. Quien se une como soldado ha de sufrir penalidades. Esto se expresa en un duro entrenamiento que exige cada vez más al cuerpo a fin de que éste pueda estar listo para los duros tiempos de la batalla. La máxima expresión del sacrificio está en la donación de la vida. El soldado ha de dejar la vida en el campo de batalla.
4. Está en la batalla. Ese es su hábitat. Para ello se prepara y allí está su objetivo. Los tiempos de paz si bien son anhelados, pero su razón de ser es estar en la guerra.
Quizás puedas añadir más ideas de las que hemos señalado. El punto sin embargo sobre el cual nos quiere llevar el apóstol, es si éstas han sido formadas en nosotros. Aunque ciertamente muchos de nosotros no somos soldados activos de nuestras naciones, ¿acaso no se nos dice que sí somos soldados activos del reino de Cristo? Y si es así ¿están mínimamente estas ideas reflejadas en nuestras vidas? ¿Somos conscientes que en este mismo momento se está librando una gran batalla alrededor nuestro?
Como las naciones llaman a hombres y mujeres a servir como soldados, así también Dios nos ha llamado a nosotros para ser sus soldados. ¿Aceptas el llamado? Si es así… Empieza a hacer tuyo estos conceptos.
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