“Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia” (v.14)
¿Persistir en el pecado? ¿Cómo es posible que esto ocurra? Esta es la discusión que al apóstol desarrolla en esta sección.
Las palabras de Pablo son reveladoras al respecto pues nos da a conocer algo que al parecer no hemos tomado con el cuidado necesario. Él dice que definitivamente hemos muerto en Cristo (v.8), esto es hemos muerto a todo lo que se refiere a nuestra vida pasada, incluido los enemigos que la acechaban; enseguida nos dice que hemos sido resucitados de entre los muertes (v.9) lo que significa que en este estado ya aquello que era parte de la vida muerta (pasada) no nos puede alcanzar, ya no tiene dominio sobre nosotros (v.9), vivimos ahora para Dios (v.10); por fin recalca el lado humano, hay que considerarnos (como conviene, por ser la realidad) muertos al pecado negándonos al pecado y sí sirviendo a la justicia (vv.11-12). Por último concluye de este modo el pecado ya no dominará sus vidas porque están bajo la gracia de Dios (v.14)
El pecado seguirá teniendo control sobre nosotros si no entendemos la gracia de Dios. Su gracia ha inutilizado el poder pecado en nuestras vidas pero nos ha dado a la vez el poder para vivir una vida nueva, de allí las palabras de Pablo que dice: “… Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Fl.2:13). Esto no se trata de ignorar que aun vivimos en este mundo ni el poder del pecado, pero si tomar en cuenta que es una vía paralela en la que ya no vivimos a causa de la gracia de Dios. Vivamos pues y disfrutemos del vivir bajo la gracia de Dios.
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