Lucas 5:1-11
“Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón: Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar. Maestro hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada – le contestó Simón –. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes” (vv.4-5).
Pedro ha trabajado toda la noche y es hallado por el Señor en plena faena aun en las horas de la mañana. Las cosas no han salido bien durante la noche y el afán de conseguir aunque sea una pequeña pesca lo ha llevado a hacer horas extras aquél día. Juan y Santiago, amigos de la misma profesión ya se habían cansado y estaban limpiando las redes, pero él y su hermano buscaban algo que les permitiera salvar la noche.
Entonces aparece Jesús rogándole le permitiera subir a la barca con el propósito de que al alejarse un poco de la tierra tuviera una mayor comodidad para enseñar a la multitud. Él accede y junto a los demás pero en una zona preferencial se sienta a escucharlo. Su pesar por el fracaso de la faena nocturna cae en olvido a medida que escucha las reconfortantes palabras del Señor. Así Jesús llega a su término y él está listo para olvidar la mala noche y disponerse a ir a casa, para volver seguramente horas más tarde ya con fuerzas renovadas y nuevas esperanzas… después de todo ¿quién no ha tenido una mala pesca alguna vez?
Pero la historia cambia… mientras Pedro busca acercar la barca hacia la orilla, el Señor le pide que lleve las barcas hacia aguas más profundas. ¿Le quiere hacer recordar el Maestro su fracaso? Él está cansado, quiere irse a casa, no quiere más nada… había sido una pésima noche y aun incluso podía haber sido una mala mañana si es que Jesús no le hubiera pedido la barca para enseñar. “Yo no quiero seguir mar adentro… ya lo hicimos toda la noche” son sus palabras… pero al mirar a Jesús hay algo que lo alienta y entonces le dice: “Pero como tú me lo mandas, echaré las redes”
¿Te has percatado que sólo un poco más puede hacer la diferencia en tu vida? Sí, cuando ese poco tiene que ver con lo que el Señor te pide hacer. Sé que nos hemos sentido como Pedro en varias oportunidades. Hemos dado nuestro mejor esfuerzo, una y otra vez hemos echado las redes, incluso la Palabra del Señor nos ha animado, pero no es sino hasta el “lleva tu barca hacia aguas profundas” que recordamos que ya estamos cansados y frustrados de haber tirado nuestras redes una y otra vez. Entonces tendremos que tomar la decisión entre llevar la barca a la orilla o llevarla a aguas profundas. Los resultados serán totalmente distintos… pero somos nosotros los que tendremos que decidir. ¿Cuál será tu elección?
No hay comentarios:
Publicar un comentario