Proverbios 14:26-31
“Los que tienen entendimiento no pierden los estribos; los que se enojan fácilmente demuestran gran necedad” (v.29)
¿Cuánto puede costar un enojo? ¿Puedes pensar en una situación específica en tu vida en que te airaste de forma descontrolada y te extralimitaste en tu comportamiento? ¿Cuál fue el costo que tuviste que pagar por dicha insensatez?
Conocido es que la ira es la mayor destructora de relaciones, y la hace con tal rapidez que ni siquiera nos damos cuenta que ya sucedió. Puede llevarte toda una vida hilando muy fino para construir una relación para que de pronto en un abrupto de necedad la echemos todo a perder. Cada día observamos el alto costo que el enojo trae: hijos que se distancian de sus padres o de sus madres, ruptura de noviazgos, divorcios, largas amistades rotas; son algunos de los altos costos que se tienen que pagar por un enojo descontrolado.
¿Qué hacer? He aquí algunas preguntas que podrían ayudarnos antes de tomar represalias: ¿Realmente quiero responder? ¿Quiero causar algún argumento innecesario? ¿Realmente quiero actuar como un tonto y perder los estribos? Loable será orar cada día (sobre todo los que somos temperamentales) para que el Espíritu Santo nos de dominio propio a fin de que nuestros labios se cierren cuando nos aprietan ese botón que dice: “responde… descontrólate”. Has de esto tu nuevo comienzo, el enojo ya nos ha quitado demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario