Santiago 3:13-18
“La sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera” (v.17).
¿Cómo tratas a los demás? No dirijo esta pregunta a tu forma de tratar a las personas que tienen un proceder agradable y correcto, sino a quienes tienen un comportamiento totalmente opuesto al antes señalado. Cuando tienes a personas que echan todo a perder, que pecan y fracasan, ¿cuál es el trato que tienes para con ellos?
Lo sabio y prudente sería alejarse de ellos y así poder evitar los malos ratos que nos hacen pasar. Otro consejo que va con las mismas características es confrontar de forma altisonante y tosca a esta gente para hacerle notar lo desagradable que no resulta su forma de proceder. Probablemente estas palabras serían las que escucharíamos de alguien a quien le haríamos la pregunta que inicia nuestro devocional de hoy. ¿Acaso ambos criterios no tienen su correspondiente lógica y sentido común? ¿No es lo más razonable hacer esto?
Sin embargo, Dios nos va a mostrar un camino distinto. Nos muestra el camino que él usa para con nosotros: “el del buen trato”. ¿Qué significa esto? Santiago lo describe detalladamente: La pureza, la paz, la bondad y mansedumbre, la compasión, buenos frutos (por sí acaso se olvida de mencionar otros de las características anteriores), la imparcialidad y la sinceridad; en resumen: “un buen trato”.
Pero…” ¡Yo no estoy de acuerdo con esto!” En realidad no creo que seamos honestos en este desacuerdo, porque lo que realmente estamos diciendo es: “¡No estoy de acuerdo con que Dios tenga un buen trato conmigo a pesar de que no me merezco ser tratado así!” Sí, así como el Sabio Dios nos trata cuando no lo merecemos, así también quiere que tratemos a quienes probablemente tampoco se lo merecen. Mi amado hermano, mi oración es que esto tenga apertura en tu corazón y desde hoy empecemos a caminar teniendo un buen trato con los demás.
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