Juan 19:17-30
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.” (v.28).
La vida del Señor fue anticipada por lo que las Escrituras decían acerca de él. Siglos atrás los profetas habían señalado todo lo concerniente sobre él y los asuntos relacionados con su muerte no les fueron ajenos. Lo maravilloso de todas las palabras anunciadas es que en ellas se hallaban las razones por las cuales sucederían todas estas cosas. Así que, cuando Juan, el apóstol, usa en más de una vez la frase: “para que la Escritura se cumpliese” debemos de reconocer que la trágica muerte de Jesús no fue un hecho fortuito originados por hombres perversos que buscaron así deshacerse de un Maestro que enseñaba con autoridad un camino distinto a Dios del cual ellos mismos se habían extraviado. En realidad, todo ocurrió para que se cumpliera con las Escrituras.
Entonces, necesitamos buscar una explicación mucho mayor que solamente entender la muerte del Señor a partir del desvarío de los religiosos de su época y aquí es donde las palabras de Pablo resumen la verdad contenida por los profetas: “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro.5:8). Podemos notar que ha sido nuestra condición la que ha ocasionado su muerte. El hombre pecador sujeto a condenación eterna ha recibido perdón porque Dios le levantó, a causa de su gran amor, un sustituto en Jesucristo. Él ya no morirá porque otro ha tomado su lugar y éste lo hizo ocupando su lugar en la cruz.
Tal vez no logremos entender a plenitud todos los detalles involucrados en el plan de Dios, sin embargo algo que no podemos negar es el hecho de que todo ocurrió para que se cumplieran con las Escrituras. Ahora nos queda a nosotros decidir qué haremos con aquello que Dios hizo a través de Cristo. Es nuestra elección si creemos esta verdad y nos acogemos a la salvación que él quiere darnos. Yo ya elegí, otros también lo hicieron, solamente falta tú.
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