martes, 6 de septiembre de 2016

DESHAGASE



“Entonces les dije: ‘Cada uno de ustedes deshágase de las imágenes repugnantes con las que están tan obsesionados. No se contaminen con los ídolos de Egipto, porque yo soy el Señor su Dios’.”(v.7)



Dios siempre ha deseado lo mejor para los suyos. Lo quiso para con los descendientes de Jacob cuando estos se encontraban en Egipto. “Los llevaré a una tierra que yo mismo he explorado. Es una tierra donde abundan la leche y la miel, ¡la más hermosa de todos!” fue lo que les dijo (v.6). Estarían por un tiempo en Egipto, pero ese no sería su destino, el Señor estaba preparando lo mejor para sus descendientes.

Pero, era necesario para ellos deshacerse de las imágenes repugnantes egipcias que eran objetos del deseo de sus corazones. Estas imágenes no eran inofensivas pues representaban a divinidades que propiciaban lealtades a un estilo de vida totalmente desagradable a Dios de ahí que la Nueva Versión Internacional describe a estos ídolos como “malolientes”. No deshacerse de tales imágenes implicaba comprometerse con un estilo de vida que terminaba alejando a Dios del hombre y a éste último de las promesas del primero. Dios y las imágenes no son compatibles y por eso el hombre debe decidir deshacerse de éstas.
Hemos olvidado que Dios tiene abundante y preciosas promesas para nosotros. Ese olvido se ha visto afirmado por una conducta desleal que consciente o inconscientemente hemos ido cultivado a lo largo de nuestras vidas con compromisos que hemos realizados con los ídolos malolientes que han definido nuestro comportamiento. Necesitamos hacer un alto a nuestro caminar y preguntarnos ¿es esto lo que Dios tiene para mi vida? ¿Se reduce mi vida solamente a esto? Estoy plenamente seguro que las Escrituras nos revelará una realidad completamente distinta. Entonces ¿qué debemos de hacer? Sólo nos queda una cosa: Deshacernos de las imágenes repugnantes que han obsesionado hasta aquí nuestros corazones. AHORA ES EL TIEMPO.

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