“Hijo mío, escucha atentamente mis palabras. No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón, pues traen vida a quienes las encuentran y dan salud a todo el cuerpo (vv.20-22)
Necesitamos tomar tiempo para escuchar a Dios. Al leer las Escrituras notamos que lo que más valora el Señor es que pasemos tiempo con él y obviamente es porque quiere hablarnos, como afirma el profeta, Dios desea comunicarnos sus pensamientos y sus caminos (is.55:8-9).
Pareciera que nuestro criterio de tener una relación con Dios pasa como cuando nos levantamos de la cama y antes de salir nos cruzamos con los padres para decirles: “buenos días, ya estoy saliendo, nos vemos más tarde”. Entonces, hacemos una oración ya aprendida y leemos un texto al azahar o el que se encuentra en la lectura devocional y ese es todo el encuentro que tenemos con él. Lo lamentable es que luego nos encontramos tomando nuestras propias decisiones y cuando las consecuencias nos vienen encima al punto de que ya no podemos con ellas, terminamos enojados con Dios porque no hizo nada por evitarlas.
Nuestro texto de hoy nos habla de escuchar atentamente a Dios, nos dice que no perdamos de vista sus palabras y que lleguen hasta lo profundo de nuestro corazón. Déjame decirte que esto no ocurre pronto, esto requiere un tiempo, el necesario para que el Espíritu Santo pueda iluminar a nuestros, a veces, endurecidos corazones. Solamente cuando podemos decir con honestidad; “gracias Señor por haberme dicho esto” podremos con tranquilidad retirarnos y estar seguros de que estas palabras traerán vida y salud a nuestros cuerpos.
Escuchar a Dios toma tiempo… no nos engañemos. ¿Empezarás el día de hoy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario