2 Corintios 9:1-15
“Como resultado del ministerio de ustedes, ellos darán gloria a Dios. Pues la generosidad de ustedes tanto hacia ellos como a todos los creyentes demostrará que son obedientes a la buena noticia de Cristo” (v.13 NTV)
Dios quiere que su iglesia sea generosa. La generosidad no consiste en una buena iniciativa producto de un corazón sensible a las necesidades de su prójimo sino que está en el corazón de Dios y nos lo pide como un mandamiento. Es cierto que se requiere de sensibilidad, pero ella no determina que demos, debemos dar con generosidad aun cuando a veces no sintamos e incluso cuando no tengamos en abundancia.
Sin embargo, ante este mandamiento nos vemos atemorizados por el hecho de que nos hemos acostumbrado a poner nuestra seguridad en el presupuesto semanal o mensual. ¿Y qué si nos falta, qué si se nos enferma Juanito? Se nos ocurren una serie de cosas y entonces sentimos que es prudente no dar cabida a la generosidad. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido impelidos por Dios a dar? Tantas veces que hemos la hemos racionalizado y justificado con nuestro sentido de prudencia.
Pero Dios no nos da un mandamiento para el cual él no provea ni que sea carga para nosotros, por el contrario nos resulta en una bendición. Medita solamente en estas: Nos trae felicidad (Hch.20:35); hace que la mano generosa de Dios se abra en favor nuestro (2 Cor.9:6); y por último, nos da la satisfacción de hacer que su nombre sea glorificado, contribuyendo así nosotros con la proclamación de las buenas nuevas (2 Cor.9:13).
¿Qué compromiso estás dispuesto a hacer con Dios en este día? Quizás podríamos empezar separando alguna cantidad de dinero destinándolo para tal fin, a la vez que oramos al Señor para que nos guié a la persona o proyecto al que debemos destinar dicho ofrenda. Será un buen comienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario