Efesios 4:17-32
“Desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo” (vv.22-24).
He iniciado una serie de sermones sobre las bienaventuranzas. Estoy trabajando sobre la segunda bienaventuranza que afirma: “bienaventurado los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mt.5:4). No puedo evitar el dolor que ocasiona a mi corazón mi propio pecado, y el daño que éstos han ocasionad a Dios y a otros personas. Si bien he recibido el consuelo divino, deseo ardientemente superar todavía algunas taras que impiden que sea la persona verdaderamente justa y santa que menciona Pablo en nuestra cita.
Las palabras del apóstol a la vez que nos plantean un objetivo a seguir para toda nuestra vida. A lo largo de los años debemos de ir despojándonos del pecado, hábitos que se han enraizado y que todavía siguen causándonos dolor en el proceso de ir sacándolos de nuestras vidas. Cierto es que esto no ocurre en nuestras fuerzas, es el Espíritu quien renueva pensamientos y actitudes, pero Dios nos ha dado a nosotros la responsabilidad de deshacernos de la vieja naturaleza y éste es un trabajo que nos demandará hasta que sea totalmente absorbida por la nueva que nos será entregada en la manifestación de nuestro Señor Jesucristo (1 Jn.3:2).
Paso a paso, es tomar la determinación de trabajar y colaborar con Dios en este proceso. Es también reconocer que hay cosas que tardarán mucho más en ser incorporadas en nuestra vida y por lo tanto no debemos de desanimarnos sino seguir perseverando hasta que experimentemos una mayor porción de la justicia y santidad de Dios en nuestras vidas. Recuerda… es paso a paso como llegamos a ser cada vez más semejantes a Jesús. No minimices los pequeños logros.
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