Santiago 1:2-8
“La paciencia debe alcanzar la meta de hacerlos completamente maduros y mantenerlos sin defecto” (v.4 DHH)
Últimamente he tenido mucha prisa para que se desarrollen algunos cambios en mi vida. No estoy hablando de maquillajes sino de cambios profundos, aquellos que tienen que ver con mi carácter, con hábitos e incluso con fobias. Siendo sincero los maquillajes no sirven porque además de ser de poca duración te llevan a hacer un esfuerzo por el cual luego tendrás que trabajar más porque éstos traen consigo algo nocivo que te costará mucho dejar de lado más adelante. Así que mejor es apostar por un sincero esfuerzo que te lleve a que ocurran los cambios profundos deseados.
Pero la prisa no es la compañera que necesitamos para esta tarea, debemos de dejarla de lado y pedir a la paciencia que camine con nosotros. Lo que pasará es que cuando quieras trabajar en serio hacia tu madures, de lo que se trata es que le estás diciendo a Dios que trabaje en tu vida y no está en su estilo hacer las cosas de la noche a la mañana sino a través de un largo proceso. Muchas veces incluso éste puede ser un penoso proceso porque hallaremos en nuestras vidas cosas tan dolorosas que aunque las queramos soltar rápidamente están tan aferradas a nosotros como poderosas sanguijuelas que nos chupan nuestra vitalidad emocional, espiritual e incluso hasta física. Solamente Dios puede obrar en todo esto, pero necesitamos aferrarnos a la paciencia de la cual habla Santiago… entonces y sólo entonces, veremos nuestras expectativas logradas.
Te animo en este peregrinaje, no desmayes… serás un hombre o mujer que experimentará la plena madurez y perfección. ¡Ten paciencias!
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